Friday, March 09, 2007

Suicide Samurai

Miércoles 07 de Marzo del 2007.
07.01 AM.

Estoy en el trabajo, me despisto unos segundos y no me desconecto a las 7.00 horas, la Responsable de mañanas tiene el día tonto conmigo, así que me ha puesto la primera de la lista para putearme.
Me entra una llamada justo cuando estoy pulsando el código de desactivación del teléfono. Mierda.
Tengo suerte, no es un cliente. Es una compañera del turno de mañana, dice que llegará algo tarde porque hay problemas con el metro, para variar. "Dicen que se ha tirado uno a la vía en Espanya, y ahora tengo que coger un bus, y luego el tren, así que llegaré a las tantas". Vaya, qué inconveniente.
Anuncio a la Responsable (puteada, por cierto, por que no me haya entrado un caso que me haga quedarme mínimo 10 minutos) lo que me ha dicho la compañera: "Que Fulana va a llegar tarde porque no va, dice que se ve que uno se ha tirado a la via del metro". Risas en la sala. Risas por un suicidio. Comentarios sobre lo mal que va el metro, el tren... Hay que ver qué mal está el transporte público.

Salgo por patas de la empresa, bajo al metro y pregunto en taquilla si hay una avería. La taquillera me sonríe con algo parecido a emoción
- No, es que se han suicidado (sonríe).
- Ah.
- Se ha tirado un tío a la vía en Espanya, y ahora tiene que ir el juez, y levantar el cadáver... Y claro, hemos tenido que cortar un tramo. El metro sólo funciona de Urgell a Fondo y de Plaça de Sants a Hospital de Bellvitge. ¿Tú a dónde vas?
(¿una taquillera amable a las 7 de la mañana???)
- A Santa Eulàlia.
- Entonces coge el metro hasta Urgell, te bajas y coges el 56, que te deja en Sants, y de ahí metro a Santa Eulàlia.
(orgullosa de dominar su trabajo, ella)
- Vale, muchas gracias.
Ella vuelve al walkie-talkie y al teléfono. Está excitada, se siente importante.

Bajo las escaleras con la imagen de la taquillera sonriendo mientras me habla del suicida y del procedimiento. ¿Tan aburrida es su vida? ¿Tan emocionante es que un tío se haya tirado a la vía?
Por un día, se ha convertido en algo más que una máquina expendedora de billetes para guiris (el resto los compramos en las máquinas), receptora de quejas y selladora de justificantes. Supongo que eso la hace sonreír.

Llego al andén y está hasta los topes. La gente está nerviosa: mueven las piernas, andan pequeños tramos, giran sobre sí mismos, resoplan... Los más extrovertidos se quejan en voz alta del servicio de metro, del precio del billete... esperando que alguien entre al trapo en la conversación.
Llega el metro. Empujones para entrar. Me siento un puto borrego. Si no fuera porque tengo cita en el dentista me iba andando.
Tras clavar y recibir diversos codazos y empujones consigo entrar. En el vagón, más tensión. La gente se pone cada vez más nerviosa, el metro va lento.
Resoplan. Los que van en grupo comentan, algunos se meten en la conversación y aportan el dato del suicida: "es que un gilipoyas se ha tirado a la vía en Espanya". "Hijodeputa" "Hay gente que es imbécil".
Todos miran sus relojes.
Llegamos a Catalunya. Los móviles tienen cobertura. Suenan un montón de politonos/sonitonos, y comprendo como el club zed y empresas parecidas pueden permitirse pagar anuncios en televisión en prime-time.
A los que no les suena el móvil, llaman ellos. Todos hablan: "no, es que hay un problema en el metro, que un gilipoyas se ha suicidado, y tengo que coger un bus, o no sé qué haré..."
Todos están de los nervios.
Todos maldicen al suicida.
Y yo pienso "váis a llegar media hora tarde a vuestro trabajo, pero una persona ha terminado con su vida". Y me sorprendo de lo infinitamente egocéntricos y egoístas que somos. E hipócritas. Podemos montar manifestaciones y negar el derecho a una muerte digna a personas que quieren morir, pero cuando alguien se mata y nos toca la moral, no solamente nos la suda, sinó que decimos auténticas barbaridades sobre él.

Que vale, que el suicida se ha tirado a la vía en hora punta y en una estación de enlace entre dos líneas principales. Si quería notoriedad, o simplemente lanzar un mensaje como el de la nota de aquél escritor - "ahí os quedáis con vuestra mierda de mundo" - la ha clavado.
Y si eso era lo que quería, y ha dado su vida por ello, yo le dedico un post. Qué menos.

Seguimos en el metro con todo el mundo histérico, mirando el reloj, resoplando, llamando cada 3 minutos al trabajo para avisar de cómo va la cosa. Y me doy cuenta de lo patéticos que somos, todos nosotros. Un tipo con corbata y maletín se está poniendo rojo y le cuesta respirar. Como le de un ataque de ansiedad por llegar tarde es para darle de ostias. Un hombre ha muerto, gilipoyas. ¿Qué clase de escala de valores tienes?

Cuando llegamos a Urgell las conversaciones y elucubraciones ya se desvían al tema 11-M. Se dice que era un terrorista suicida con una bomba que no ha llegado a explotar. Una señora mayor afirma que su hijo trabaja en seguridad del metro y le ha llamado para explicarle que, aparte de eso, eran un grupo que iba a atacar varias estaciones clave, pero al final el pringao este se ha quedado solo.
Llegamos a Urgell, salimos todos y caminamos por el andén como borregos al matadero.
Una mente brillante a mis espaldas lee la mía y afirma "somos borregos". Tengo ganas de abrir los brazos y ponerme a girar. Necesito mi espacio.

Subimos a la calle, y muchos se quedan esperando en la parada, como si fuese a venir superman a por ellos. Otra chica y yo nos dirigimos a la parada del bus 56, y se crea el efecto patitos: como 20 personas nos siguen. Podríamos haber ido a cualquier parte, la gente siempre va donde hay más gente.
Otros optan por quedarse en la parada, como si TMB tuviese algo de consideración con sus pasajeros y fuesen a ir allí a decirles qué hacer.

Llegamos a la parada del 56. Está a tope. Maldito dentista, tenía que tener cita hoy precisamente. Llega un bus. No puedo perderlo.
Entro empujada por el rebaño. Vamos como los cerdos en los camiones que te cruzas por las autopistas. El conductor no puede cerrar las puertas, pero nadie quiere bajarse. La gente apesta. Estoy rodeada de la multiculturalidad que caracteriza a mi cosmopolita ciudad, que no me importaría nada si ciertas culturas utilizasen un poquito más la ducha.
Detrás mío un negro me echa el aliento en la nuca. Le apesta. ¿Para qué me recogí el pelo? El colega empieza a sobarme el culo con todo el descaro que te da ir aglomerado en un vehículo dando trompicones. Nunca sé qué narices hacer en estas situaciones. Parece que si le dices algo, te puede decir ¿dónde quieres que meta la mano, si no hay sitio? Claro, tiene que estar justo detrás de mi culo, rozándolo y sobándolo.
El bus pasa por Plaza Espanya. Noto algo duro que no es su mano, y decido darle un puñetazo porque en esas situaciones ya sí sé lo que hacer. Parece que se da por enterado porque gira sobre sí mismo en el ínfimo espacio de qué dispone y busca otro culo que sobar. De paso, me he quitado su apestoso aliento de la nuca. Hay gente que no conoce el dentrífico, joder.

Seguimos en el bus con el ambiente a humanidad. Me doy cuenta del acto reflejo de chica de ciudad de coger el bolso cuando estoy en un barullo, o voy por un sitio transitado, y me acuerdo de unas amigas de la facultad que eran de pueblo y siempre nos lo comentaban.
Las chicas de ciudad nunca perdemos el bolso de vista, baby. Y cuando hay peligro, lo agarramos. Es un sexto sentido. Sonrío.

Por fin llegamos a Plaça de Sants. Bajamos como habíamos entrado: a presión. Es fin de trayecto, pero parece que quien baje el último va a tener que pagar una prenda, o algo. La gente empuja, me dejo llevar por ellos: al fin y al cabo, en cuanto llegue a casa me voy a meter de cabeza en la ducha. Que me soben un poco más con sudor ya me da igual. Asco. Mucho asco.

Me dirijo al metro, y veo a todos corriendo meter la targeta en la máquina, venga, venga, llegamos tarde.
Un momento: yo ya he picado la targeta en Arc de Triomf. Si picas dos veces la targeta en el metro, te marca dos viajes. A no ser, claro, que hayas dejado las máquinas desactivadas (sentido común) por lo del suicida.
Escucho como las máquinas marcan las targetas. Están cobrando dos viajes a todos los borregos. Van demasiado preocupados con sus prisas como para darse cuenta. No, si todavía será un negocio lo del suicida.
Otra chica y yo nos miramos y caemos. Vamos a uno de los muchos guardas de seguridad que hay en la estación "yo le enseño la targeta conforme he picado, pero a mi me cuela, como usted vea". Nos manda al jefe de estación. Pues muy bien, a ver si encima de tardar el doble en llegar a mi casa os váis a quedar conmigo.
Vamos al jefe de estación, le decimos que abra las máquinas porque todo el mundo que está picando viene del bus, y nos dice que tiene instrucciones de que no. Nos hace dos billetes a ella y a mi, y punto. Viva TMB, sin palabras.
Los borregos siguen picando, demasiado ocupados en mirar el reloj y llamar por el movil "ya voy por Sants, me queda poco". Burros con orejeras.

En el andén, de nuevo crispación, gritos incluso, nervios, móviles que suenan...
Un tipo se tira a la vía del tren un día entre semana a hora punta, y colapsa los transportes públicos, los taxis, estresa a la gente, provoca retrasos en casi todas las empresas...
Y puede que a unos pocos nos haya hecho pensar que algo va mal en todo este sistema.
Porque él ya no está.
Pero de las muchísimas cosas que oí esa mañana, ninguna se refería a él, sino a los efectos de su acto.

Así que va por tí, suicida contestatario o con afán de protagonismo.
Porque sea cual fuese tu motivo, gastaste tu vida en ello.
Y a casi todo el mundo le importó más perder media hora de su tiempo.

2 comments:

  1. Anonymous10/3/07 09:35

    La insensibilidad es la cultura de la gente de ciudad. Las ciudades grandes son los unicos lugares donde si ves robar, pegar o morir a alguien no mueves un dedo, prefieres moverlo para enviar un sms (muchísimo más util, donde vas a parar...). Alis

    ReplyDelete
  2. ¿Por qué a todo el mundo le da por reirse cuando dicen que es un suicidio?Algo pasa en esta sociedad, y no es nada bueno...

    ReplyDelete