Tuesday, December 08, 2009

All I ever wanted...

Los caramelos caducaron y se deshicieron, el algodón de azúcar se pudrió y se tornó en un líquido viscoso parecido al petróleo, los corazones dejaron de ser iconos de libreta de colegiala de 16 años para convertirse en órganos sangrantes con ventrículos y aurículas, el regaliz volvió a ser un tronco de sabor amargo, el alcohol dejó de curar heridas para destruir el hígado poco a poco, sorbo a sorbo.

La luna llena ya no existe para dar paseos de la mano de noche, sinó para admirar su tétrica belleza cuando las nubes grises de la noche la cubren y las gárgolas de los edificios góticos aúllan en su honor. El sol duele en los ojos porque se cuela dentro, y dentro es mejor que todo permanezca a oscuras, dormido. La bestia desgarra las entrañas sin contemplaciones cuando despierta.
Los árboles perdieron sus hojas, y desprotegidos, perdieron toda vitalidad, muriendo. Tétricas figuras de ramas muertas a la penumbra de las farolas rotas, unidas a un tronco incapaz de alimentarse de una tierra estéril, esperando un viento lo suficientemente enérgico como para desarraigarlos y arrancarlos de esa muerte permanente a la que las raíces los condenan.

Susurra en mi oído palabras huecas, sin ningún sentido, pronunciadas millones de veces y escritas otras tantas por inercia, por decir, mintiendo, porque es lo que se dice.
Recuerdo la aspereza y tras un rato resulta familiar. Todo acaba resultando familiar y sorprendente a la vez. Instintos.

Termina, rellena tu corazón de humo como dice la canción, y sonríe, sonríe a todo, ríete sin parar de cada broma, cada chiste. Después, ponte las gafas de sol y sal a la calle como uno más.
Nadie sospecha nada. Nadie sabe nada.



Los perros ladran, los locos, los yonkis y las putas gritan, la gente habla y coge el autobús, los borrachos andan haciendo eses, los pingüinos se delatan con algo de polvo blanco en la cara cuando salen del baño, y los coches pitan en los atascos.
La gente enferma, sufre, nace, muere, y el hormiguero sigue adelante con su actividad.

Las nubes ya no son de algodón, sinó que traen tormentas, y hace mucho que el amarillo dejó de ser mi color favorito porque era el color del sol.

* Enjoy the silence - Tori Amos version